Estás bajo un ataque de ansiedad y no puedes parar de comer. La nevera (heladera) te tienta y haces paseos interminables a la cocina. Si estás en el trabajo, bajas a comprar golosinas para mantenerte entretenido. Tratas de controlarte, pero el deseo de comer es más fuerte que tú. ¿Cómo resolverlo?
El estrecho vínculo entre la comida y las emociones es evidente. La ansiedad que nos genera el estrés, la monotonía de una vida cotidiana, las frustraciones o hasta la propia gratificación de los logros alcanzados, nos lleva a comer para así calmar dicha sensación. La serotonina, un neurotransmisor cerebral relacionado con el ánimo, tiene mucho que ver con la ansiedad ya que participa en el control del apetito. Mientras más serotonina circule en nuestra sangre, menos comemos y más felices somos. Pero los bajos niveles se relacionan con depresión y con una mayor ansiedad por comer, sobre todo, dulces.
Suficiente. Si eres de las personas que día a día batallan con las ansias por los alimentos dulces, toma en cuenta estos consejos. Te ayudarán a sobrevivir a los ataques de ansiedad que comienzan sobre todo a partir de las 3 p.m.
El triptófano, se trata de una biomolécula –esto significa que es producida por seres vivos- que no puede ser sintetizada por nuestro organismo, por tanto, necesitamos hacerla nuestra a través de los alimentos. Forma parte del grupo de los aminoácidos esenciales que se conocen desde las investigaciones de doctor William Cumming Rose. Este nutricionista americano notó que sujetos sometidos a dietas sin estos aminoácidos padecían síntomas de nerviosismo, mareos y fatiga.
El triptófano actúa en la liberación de serotonina por parte de la glándula hipófisis. Se ha visto que los procesos depresivos pueden estar relacionados con niveles inadecuados de serotonina.
Por otro lado, la serotonina favorece la liberación de melatonina; esta actúa en la regulación del equilibrio vigilia-sueño. Es bien sabido que la serotonina funciona como un tranquilizante que bloquea la ansiedad.
El triptófano también participa en el control de la ansiedad por la comida, siendo muy útil en la obesidad causada en personas que no pueden dejar de comer durante todo el día. Niveles bajos de triptófano también se han relacionado con la aparición de estrés y conductas agresivas. La niacina o vitamina B3, producida en el organismo, depende de la presencia de triptófano.