El cuerpo humano promedio contiene suficiente azufre para matar todas las pulgas de un perro de tamaño mediano. Tanto carbón como para hacer 900 lápices, potasio como para disparar una pistola de juguete. También alberga tanta grasa como para hacer 7 pastillas de jabón y el agua suficiente como para llenar 50 envases de un litro. Ahora te cuento 8 cosas que a lo mejor no sabes de tu cuerpo.
Estas piezas dentales constituyen, en efecto, un tercer par de molares. Las estructuras en cuestión permitían a nuestros antepasados masticar alimentos duros, como raíces, frutos secos y carne, en especial cuando se les caían otros dientes (uf, qué mala higiene bucal la suya). Se calcula que las muelas del juicio han desaparecido en casi 35 por ciento de la población debido, en parte, a un cambio evolutivo en la mandíbula humana: hoy en día es tan pequeña que carece de espacio para alojarlas. En el resto de la gente, estas empiezan a desarrollarse a los diez años y terminan por salir apenas entramos a la adultez, edad en la que (se supone) se consolida nuestro buen juicio.
Los sonidos que escucha quizá se producen cuando las burbujas de gas que se forman en el espacio entre las articulaciones finalmente revientan, tal y como sucede al doblarse los dedos. El roce de los músculos o los tendones con los huesos también puede hacer que crujan las junturas. “Lo que no se usa se oxida”, explica Kim L. Stearns, cirujano ortopédico del Lutheran Hospital de Ohio, a la Cleveland Clinic Journal of Medi- cine. “Si uno pasa mucho tiempo en la silla, el líquido entre las uniones permanece inmóvil. Entre más activo se mantenga uno, mayor será la capacidad de las articulaciones para lubricarse” y funcionar de modo silencioso. El crujido no es de cuidado salvo en caso de dolor o inflamación.
Por lo general, esta tiene un pH de 6 a 7, a medio camino entre lo ácido y lo alcalino. Justo antes de devolver, el organismo la segrega más alcalina, lo que le da el gusto ferroso, a fin de neutralizar la acidez del vómito. No obstante, si este sabor se presenta a menudo, usted podría padecer reflujo asintomático, una enfermedad en la que los jugos gástricos regresan a la parte trasera de la garganta.
¿Consumís demasiada carne (en especial, roja) y te cuesta trabajo digerirla? Su cuerpo podría adquirir un aroma azufrado debido a que este alimento contiene aminoácidos con este elemento. Durante un pequeño estudio, el aroma de los hombres tras dos semanas sin comer carne resultó más atractivo, más placentero y menos intenso que su aroma inmediatamente después de consumir cárnicos de acuerdo con un grupo de mujeres entrevistadas por la Universidad de California en Berkley.
También te sorprenderá saber que…
De los 100 billones de células que nos componen, la mayoría son microorganismos, como bacterias y virus. De hecho, según el Proyecto del Microbioma Humano de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos, estos constituyen entre el 1 y el 3 por ciento de la masa corporal (o 2,4 kilos de bacterias en un adulto de 80).
El músculo palmar largo, que se extiende del codo a la palma de la mano, persiste en casi 86 por ciento de la población. Para saber si forma parte de ese grupo, toque su dedo pulgar con el meñique y apriete; el tendón brotará en el centro de la muñeca, debajo de la palma. Aunque en los humanos, esta estructura dota de flexibilidad a la articulación de la mano, no pasa nada si no la tiene al nacer. Los anatomistas no saben por qué algunos poseen esta parte y otros no; sin embargo, creen que nuestros antepasados primates se valían de ella para saltar de árbol en árbol y prensarse de las ramas.
El término anatómico se deriva del vocablo latino sartor, que significa sastre. Quienes practicaban este oficio solían sentarse en el suelo con las piernas cruzadas con el fin de marcar los dobladillos con alfileres. Esa postura activaba constantemente el músculo sartorio, que atraviesa el muslo desde la pelvis hasta la tibia.
Durante ciertos procedimientos quirúrgicos para facilitar la pérdida de peso o combatir el cáncer gástrico, los médicos retiran todo el estómago o parte de él. Después, conectan el esófago directamente con el intestino delgado para que la comida se digiera ahí.
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