Es uno de los platos más tradicionales de la gastronomía española. Y también el más internacional. Ahora que tan de moda están los smoothies (bebida cremosa no alcohólica) y los zumos de verduras, debemos resaltar que el gazpacho puede ser el rey de todos ellos.
Es también la receta más versionada. Con el gazpacho, cada cocinero tiene su librito, cada familia tiene su receta de gazpacho a la que añade o quita ingredientes y varía proporciones y cada zona geográfica difiere de otras con su receta regional: gazpacho manchego, gazpacho extremeño, gazpacho andaluz, o las variantes de salmorejo cordobés o ajo blanco malagueño.
El gazpacho es una sopa fría, un plato tradicional en la Dieta Mediterránea. Consumirlo no solo es sano, sino terapéutico. Se asocia a su consumo habitual una disminución del riesgo cardiovascular.
Por una parte, si vemos por separado los ingredientes, son ampliamente conocidas las propiedades del tomate (componentes anticancerígenos, apoyo al sistema inmune, hipertensión, etc.), las capacidades curativas del ajo (como antibiótico, anticoagulante, apoyo en la hipertensión y colesterol, etc.) o del aceite de oliva virgen extra como aliado del corazón y las arterias. A todos ellos se les atribuye, además, actividad antitumoral.
Es interesante destacar que el gazpacho, al igual que el salmorejo (hecho con pan, huevo, pimiento, tomate, ajo, sal y agua, todo desmenuzado y batido hasta obtener un puré fino), es una fuente natural de vitaminas A, C y E, carbohidratos, minerales (fósforo, hierro, calcio, magnesio, manganeso, zinc, cobre, potasio y sodio), de fibra vegetal, de antioxidantes (licopeno y carotenoides) y fenoles. Por eso, hay quien lo considera una bebida isotónica natural, que evita la deshidratación en verano y que resulta útil para afrontar diversos problemas de salud.
Pero la actividad antitumoral del gazpacho es significativamente superior a la de la suma de sus ingredientes por separado, según el Director del Equipo de Investigación de la Universidad de Almería. “La mayor parte de las investigaciones anticancerígenas, -dice-, se basan hoy en el estudio de propiedades de fármacos sueltos, o como mucho de la combinación de 2, 3 ó 4. Pero cuando hablamos de alimentos esto carece de sentido, porque no comemos moléculas sueltas”.
Este equipo de Investigación ha logrado demostrar que, en tumores cultivados in vitro, el simple consumo de gazpacho tiene actividad anticancerígena hasta el punto de poder frenar la progresión de los tumores. Y ello es debido a que las células cancerosas al entrar en contacto directo con las biomoléculas del gazpacho, inhiben su crecimiento y mueren, se suicidan, sin dañar las células sanas.
Estos resultados tienen que pasar por una segunda fase, su confirmación clínica, puesto que en este caso se trata de una fase preclínica.
Hasta no hace mucho tiempo, los gazpachos envasados en España eran pasteurizados, lo que alargaba su vida útil durante varios meses. Pero en los dos últimos años, la mayor parte de ellos ya vienen comercializándose como productos refrigerados. Son éstos los que tenemos que comprar para que no se vean alteradas sus cualidades.
Por eso, al comprarlo hay que mirar la etiqueta y adquirir solo aquellos en los que se indica que son “frescos y refrigerados”, debiendo descartar tanto los pasteurizados como los esterilizados. Es conveniente evitar aquellos que llevan harina (pan).
Siempre debes de tener en cuenta que no tiene nada que ver, respecto a nutrientes, tomar un gazpacho envasado a uno natural hecho en casa.
Hay que limpiar cuidadosamente las verduras antes de batirlas, para evitar intoxicaciones alimentarias.
Una vez hecho el gazpacho y para que pueda conservarlo entre 4 y 5 días hay que guardarlo en un recipiente sellado, colocarlo en el frigorífico, a una temperatura inferior a 6 grados. La sal, el ajo y el vinagre favorecen esta conservación.
Presentamos una sencilla receta de Gazpacho Andaluz tradicional. Se trata de una de las numerosas versiones existentes a la que pueden añadir su propio toque.
Batir todos los ingredientes en la batidora de vaso y triturar a la máxima velocidad durante unos 4 minutos, para conseguir una textura ideal.
Una vez triturado, pasarlo por un colador fino para que quede una crema sin pieles ni semillas.
Dejar reposar en la nevera al menos una o dos horas, para que se enfríe, antes de servir. Incluso puede hacerse de un día para otro, pero tapándolo bien con un film de cocina para que no se oxide y mantenga sus propiedades.
Se sirve acompañado de unos cuadritos de pan frito y un poco de tomate, pepino y pimiento verde cortaditos para que cada comensal se sirva la cantidad que considere oportuna, aunque a efectos terapéuticos, se recomienda no incluir pan.
Si ya teníamos argumentos más que suficientes para incluir en nuestra dieta este extraordinario plato, este estudio de investigación hace que nuestras expectativas hayan quedado ampliamente superadas.