Si hay un nombre que debe figurar con letras de oro en la historia de la medicina ayurvédica, ese nombre es el de Shushruta. Médico y cirujano, Shushruta vivió alrededor de los siglos III y V a.C. A él se le considera el padre fundador del Ayurveda gracias a su obra Shushruta-samjita.
De Shushruta se dice que estudió en Benarés y que, además de describir en el Shushruta-samjita 1120 enfermedades, 700 plantas medicinales, 64 preparados de fuentes naturales y 57 de fuentes animales en los 184 capítulos de los que consta la obra, también fue un destacado cirujano que se ocupaba de técnicas de rinoplastia, de extracción de cataratas, de intervenciones anales y dentales, y que era un experto (realizó grandes descripciones de ellas) en enfermedades como la diabetes, la obesidad, la hipertensión arterial y la angina de pecho. Además, Shushruta fue el primero en hablar de los puntos marma y en reconocer la existencia de 107 de ellos.
Los marmas son puntos donde se cruzan líneas estructurales corporales y energéticas y que son, a día de hoy, los puntos que la medicina china conoce como “meridianos de acupuntura”.
Según la tradición ayurvédica, y así se recoge en los antiguos textos védicos de cirugía, nunca hay que cortar, al practicar una cirugía, a través de los marmas. Esta tradición se mantiene en gran medida vigente y por eso en Ayurveda se procura, siempre, no dañar los marmas , pues se considera que éstos son puntos de máxima sensibilidad y consciencia.
En sus inicios, el estudio de los marmas y toda la doctrina referida a ellos estaban asociados a la práctica de las artes marciales. Conociendo los marmas aumentaba la posibilidad de infligir mayores daños a los rivales o enemigos. Hay maestros de determinadas disciplinas marciales que, muy por encima de los 107 marmas reconocidos por Shushruta, llegan a reconocer entre 160 y 220 marmas.
La estimulación de los marmas, sostiene Deepak Chopra, médico y escritor ayurvédico nacido en Nueva Delhi en 1946, la estimulación de los marmas permite la conexión entre la fisiología y la consciencia.
Según apuntó Shushruta, podemos encontrar cinco clases de marmas en nuetro cuerpo. Esas cinco clases son las siguientes:
De los 107 marmas reconocidos por Shushruta, 22 se encuentran en las piernas (11 en cada una), 22 en los brazos, doce en pecho y abdomen, catorce en la espalda y treinta y siete en la zona del cuello y la cabeza.
De entre todos los marmas existentes en el cuerpo, tres, denominados Mahamarmas, son los más importantes. Esos tres marmas son los siguientes:
En nuestro artículo “El masaje marma” pudimos ver cómo el masaje de los marmas resulta muy beneficioso para nuestra salud. Gracias a él reducimos la tensión física, mental y emocional, estimulamos nuestro sistema inmune, mejoramos la digestión, estimulamos la circulación de todos los canales, lubricamos las articulaciones y reducimos el estrés, entre otras ventajas.
Otra forma de actuar sobre los marmas es recurrir a la acupuntura. Pese a ser una técnica originaria de China, la acupuntura se ha abierto cierto camino recientemente en los tratamientos ayurvédicos. Habitualmente, la acupuntura se utiliza para tratar enfermedades y problemas de salud como los dolores articulares, la deshabituación al tabaco, las cefaleas, el colon irritable, la hipertensión, la impotencia sexual o los trastornos del sueño.
Consistente en insertar agujas en determinados puntos corporales, la acupuntura no parece cuadrar demasiado con la prohibición expresa de Ayurveda de “cortar” los marmas .
Así, al menos, se ha entendido durante mucho tiempo.
Autores recientes sostienen, sin embargo, que se cometieron errores en las antiguas traducciones del Shushruta-samjita . Las nuevas traducciones habrían servido, al decir de estos autores, para comprobar la relación existente entre los puntos marmas y los puntos tradicionales de acupuntura.
Actualmente, son muchas las clínicas y escuelas ayurvédicas que, más allá del masaje ayurvédico, valoran positivamente el uso de la acupuntura para actuar sobre los marmas y, con ello, mostrarse más eficaces no sólo a la hora de curar enfermedades, sino también a la de prevenirlas.
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