Leandro es un niño que parece tímido, pero no le cuesta relacionarse con su entorno, aunque prefiere leer un libro que dar patadas a un balón. El griterío le aturde y en clase, cuando la lección se extiende más de lo normal, empieza a perder interés y atención.
Los animales y Leandro parecen haber nacidos para entenderse. Los paseos por la naturaleza y la música suelen ser una buena compañía para él. Es amable y correcto en el trato con las personas. Su vocabulario suele ser más rico que el del resto de compañeros y su intensidad emocional es contagiosa.
Cada Niño Altamente Sensible (NAS) es diferente, porque existen tantas sensibilidades como personas, pero, según enumera Manuela Pérez, psicóloga infantil y juvenil, presidenta de la Asociación Española de profesionales de la Alta Sensibilidad y madre de un niño NAS, hay ciertas características que son habituales y que se pueden detectar a través de un test, entre ellas:
La alta sensibilidad es hereditaria. “Se presenta como una característica genética, es decir, un rasgo innato en la mayoría de los casos heredado del padre o de la madre. Rara vez se salta una generación”, explica Pablo Villagrán, presidente de la Asociación Andaluza de PAS (Personas Altamente Sensibles) y padre de un Niño Altamente Sensible.
“Cuando un padre o madre me consulta sobre su hijo NAS lo primero que les sorprende es cuando les pregunto quién de ellos es altamente sensible. Con el tiempo, descubren a través de las vivencias y detalles de su hijo NAS su propia historia o infancia. Es entonces cuando el padre o la madre se reconocen también como Personas Altamente Sensibles (PAS)”, añade Villagrán.
El rasgo de la alta sensibilidad no viene determinado por el hecho de ser niño o niña.
“Aparece en igual proporción en ambos sexos. No obstante, en general, en nuestra sociedad, se tiende a asociar a los niños con atributos como la fortaleza o la valentía y la sensibilidad se consideran un rasgo femenino. Es por ello por lo que los niños pueden tener más dificultad para reconocer en ellos características de sensibilidad que en su cultura puedan asociarse con vulnerabilidad o debilidad”, explica Pablo Villagrán.
El riesgo de confundir la alta sensibilidad de un niño/a con alguna patología es habitual “porque presentan características en su carácter y personalidad como parte de su rasgo o de sus malas experiencias, que se asemejan a síntomas presentes en algunas disfunciones, como el Trastorno por déficit de atención, Trastorno Negativista Desafiante, el Trastorno generalizado del desarrollo, con rasgos del espectro autista e incluso con retraso mental. Sin embargo, el conocimiento del rasgo de la alta sensibilidad por parte de un profesional especializado descartará con facilidad estos diagnósticos erróneos”, comenta la psicóloga experta en NAS, Manuela Pérez, que hace las siguientes recomendaciones a los padres, cuando se sospecha que el niño/a es altamente sensible:
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