21 Jun
21Jun

A veces nos sentimos mal sin tener una razón aparente para ello, pero siempre la hay. Normalmente son pequeñas molestias a las que no damos importancia. Deberíamos, porque con el tiempo pueden derivar en enfermedades crónicas incluso de gravedad. La solución es bastante fácil en la mayoría de los casos, porque nuestro estado físico, e incluso mental, se deriva en buena medida de lo que comemos, o lo que dejamos de comer.

Lo correcto si no estamos bien es ir al médico, ya sea porque nos sentimos deprimidos o faltos de energía, hinchados o continuamente hambrientos. Los alimentos proporcionan al organismo herramientas para funcionar bien. Si éstas no son las adecuadas ocasionan problemas en determinados órganos, que pueden acabar afectando a los demás.

Un médico da explicaciones a un niño y su madre, en una imagen de recurso

Ir al médico es fundamental si sentimos malestar

Cuando comemos, la sangre va al estómago para ayudar a la digestión. Si lo que hemos ingerido es demasiado, o grasiento o nos cuesta especialmente de digerir, el riego sanguíneo tiene más trabajo y abandona otras funciones, como la de irrigar el cerebro u otros órganos. Eso es lo que provoca la sensación de malestar. Otros alimentos, como los que contienen demasiado azúcar, pueden causar desequilibrios y provocar picos glucémicos, que también afectan al trabajo del organismo. Por eso condicionan nuestro humor, la energía o los resfriados.

Basta un cambio de dieta para mejorar. Hay que ir probando y constatar si te faltan determinados nutrientes o te sobran alimentos que no te sientan bien o a los que eres intolerante. Pero no hay que pensar que sustituir un grasiento menú de comida procesada por una ensalada es tan eficaz como un medicamento y actúa de un día para otro con idéntica rapidez. Los efectos se notan, pero a largo plazo. Así que más que un cambio de dieta lo que hay que modificar es la forma de comer y planteárselo como un nuevo estilo de vida. El sentido común, y la experiencia, nos dicen que hay que apostar por dietas saludables en las que el verde predomine sobre la carne, las grasas saturadas, las comidas procesadas y los excesos de dulces.

El cuerpo es sabio y te hará saber cuándo y por qué cambiar de dieta. Estos son algunos signos que puedes identificar como señales de que debes cambiar de dieta.

1. Acné

piel

La aparición de más granos de lo habitual tiene que ver con el estrés, las hormonas y la dieta. Puede indicar una deficiencia de vitamina A, que juega un papel esencial en la producción de retinoide. Una falta de este nutriente crucial puede derivar también en sequedad del cabello y uñas quebradizas. Se encuentra en los boniatos, zanahorias y zumos de frutas de invierno.

También son convenientes los alimentos antiinflamatorios, entre ellos las semillas ricas en Omega-3, mientras se dejan de lado los que contienen mucho azúcar y las harinas refinadas.

2. Cansancio

Si la fatiga es un estado constante, apuesta a que te falta de nutrientes vitales que debes ir tomando a lo largo del día. Otra posible causa es una hidratación insuficiente.

Para dejar de arrastrarte bebe mucha agua e incluye en tu menú cotidiano una cantidad razonable de calorías (entre 1.500 y 1.800, según el peso y algo menos si se pretende perder), grasas insaturadas, alimentos muy proteicos (el tofu es un buen sustituto de la carne), pescado, hidratos complejos, cereales integrales y verduras en cada comida. Pon especial atención a lo que comes si eres deportista y el gimnasio te deja agotado. El hierro y el magnesio también ayudan.

3. Depresión

Los síntomas de la depresión en los jóvenes no son iguales que en el adulto. A veces la clave la da el mal humor

Si te sientes decaído, la razón puede ser que no ingieres suficientes vitaminas, minerales y/o ácidos grasos Omega-3, según estudios realizados, susceptibles de provocar depresión y otras enfermedades mentales. Por el contrario, añadir a la dieta suplementos con ácido fólico y vitamina B12 ayuda a los pacientes a combatir un estado de ánimo depresivo y otras dolencias de ese tipo.

4. Enfermo un día sí y otro también

La comida tiene enorme influencia sobre el sistema inmunológico. Si sigues una dieta baja en proteínas puedes estar comprometiendo tu salud. Según investigaciones del Departamento de Cirugía de la Escuela de Medicina de Pennsylvania, las proteínas contribuyen a reforzar el sistema inmunológico.

Si evitas nutrientes esenciales, éste se debilita y te hace propenso a las enfermedades. Si quieres evitar que te invadan virus y bacterias, come alimentos proteínicos, como carnes sin grasa, legumbres y verduras de hojas verdes.

5. Falta de energía

Mujer cansada

Mujer cansada

Si la mínima actividad te agota, casi seguro que te falta hierro. Una de sus funciones es aumentar los niveles de energía transportando oxígeno a través del cuerpo. Cuando no tienes el suficiente, el organismo no produce bastantes glóbulos rojos, que son los que llevan el oxígeno tan necesario para mantenerse enérgico todo el día.

Uno de los principales síntomas de la anemia (causada por la falta de hierro) es sentirse apático y muy fatigado. Para recuperar hay que tomar alimentos que lo contengan o incorporar suplementos de hierro si no es suficiente. Si nada de eso funciona es posible que seas celíaco. Ante la duda, lo mejor es comprobar si eres intolerante al gluten.

6. Estreñimiento

Tener dificultades para evacuar o irregularidades en el funcionamiento del intestino es un indicador de falta de fibra y de poca hidratación. La fibra regula el sistema digestivo porque al añadir volumen al bolo facilita el tránsito de los alimentos.

El agua también es fundamental porque si no se bebe suficiente, el organismo la busca en los propios intestinos y dificulta su buen funcionamiento. El resultado son defecaciones dolorosas e insuficientes, que a la larga pueden traer problemas más serios.

Las frutas y verduras, legumbres y los cereales integrales son grandes proveedores de fibra. En el caso de que no acabe de funcionar se recomienda un suplemento de pistilo o plántago.

7. Evitas grupos de alimentos                           

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Carne

Una dieta correcta no debe dejar de lado ningún grupo de alimentos sanos (no incluimos procesados o azucarados), a menos que sea por prescripción médica (intolerancia a la lactosa o al gluten, por ejemplo). Cada tipo de alimento nos provee de ciertos minerales y vitaminas, pero no todos los mismos, por eso es importante la variedad. 

Aunque eso no significa que no se pueda ser vegetariano o vegano. Si no comes productos procedentes de animales lo único que tienes que hacer asegurarte que preparas tus menús con alimentos vegetales que abarque todo el abanico de nutrientes, incluidas las proteínas.

8. Gases

Es uno de los principales síntomas de una dieta inadecuada. Si notas que estás hinchado y con gases después de tomar leche o comer queso, puede que seas intolerante a la lactosa. Antes de dar cualquier otro paso compruébalo y toma las medidas adecuadas.

9. Hambre

Si intentas controlar lo que comes, pero llega un momento en que atacas lo primero que se te pone por delante, pensarán que tienes un problema de falta de voluntad. Es posible. Pero no descartes que sea por una dieta inadecuada. 

El ansía de comer con desenfreno puede estar relacionada con una deficiencia de nutrientes, es una respuesta bioquímica y una señal que te lanza el cerebro de que no estás proporcionando al cuerpo lo que necesita para funcionar correctamente.

10. Mal humor

El mal humor nubla el estado de ánimo

El mal humor nubla el estado de ánimo

Si te ocurre eso hay bastantes probabilidades de que se deba a tu menú cotidiano. Bajar las calorías o los hidratos de carbono de forma radical puede producir irritabilidad por culpa de la ansiedad. Pero, además, disminuirá el nivel de azúcar en la sangre, lo que contribuye a los cambios de humor. En ese caso, añade hidratos de carbono a tus comidas, porque te harán sentir más satisfecho durante más tiempo y ayudarán al cerebro a producir serotonina, que es el neurotransmisor de la “felicidad”.

11. Olvidos

Incluso la memoria puede depender de tu dieta. Se han hecho estudios que demuestran que quienes consumen más grasas saturadas tienen más problemas de memoria que quienes las evitan.

La solución es fácil, menos hamburguesas con patatas fritas y más ensaladas o alimentos con grasas instaurada, como los aguacates.

12. Resfriados

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Muchos resfriados pueden ser síntoma de llevar una mala alimentación

Si necesitas un jersey en plena canícula hay muchas probabilidades de que algo no estés haciendo bien con tu alimentación. Un estudio publicado por el periódico del American College of Nutrition indicaba que las dietas bajas en hidratos pueden tener un efecto negativo sobre la tiroides, que regula la temperatura corporal. Es decir, que un deficiente funcionamiento de ésta hace que tengas siempre frío.

No es necesario atiborrarse de carbohidratos, sino más bien de tomar los más complejos, que proceden del pan integral y la pasta, entre otros. Un suplemento que puede ayudar es el zinc, capaz, por ejemplo, de acortar la duración de un resfriado.

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