El consumo recurrente de medicamentos sin la debida prescripción médica es una práctica común que acarrea riesgos por los efectos indeseables y la posibilidad de un retraso en el diagnóstico de una enfermedad que podrían ser grave o implicar la vida misma.
En el caso particular de los antibióticos, el riesgo es muy elevado, si se tiene en cuenta que entre más se incurra en esta práctica, sin la debida orientación médica, mayor riesgo existe de la resistencia bacteriana. Si embargo, pese a la prohibición legal de expender este tipo de fármacos si le debida fórmula médica, aún continúa su alto consumo sin este requisito.
Los estudios revelan que entre los medicamentos de mayor auto-formulación se encuentran, en su orden:
El origen de la auto-medicación suele ser:
En la mayoría de países de latinoamérica, es frecuente la medicación, sin receta, suministrada por los padres de familia a los niños y adolescentes.
Una situación que, además de evidenciar la falta de educación en salud y auto-cuidado, es sinónimo de una insuficiente cobertura de afiliación al sistema de salud que obstaculiza el acceso de la población a los servicios y, por lo tanto, se recurre a la auto-medicación.
En las droguerías se pueden dispensar algunos medicamentos sin necesidad de una receta (OTC). Sin embargo, la mayoría de casos de reacciones adversas se presentan por medicamentos que no fueron suministrados por médicos.
Para el farmaceuta y docente de regencia de farmacia, Gonzalo Ramírez, “hay que tener cuidado porque los fármacos de venta libre pueden ser potencialmente tóxicos o inseguros en su manejo, causando problemas de letalidad; por ejemplo, los anti-gripales consumidos por pacientes con hipertensión arterial”.
Los tratamientos médicos no supervisados pueden generar:
Se puede mejorar la adherencia a los tratamientos con intervenciones sencillas: