El narcisismo está referido a la contemplación de la propia imagen. Generalmente, tendemos a observar el ego desde el escaparate de lo ajeno. Es decir, pensamos que son los demás quienes se dejan arrastrar por esa corriente de narcisismo. Las personas que son narcisistas están casi orgullosas de serlo. Les puedes preguntar directamente, porque no ven el narcisismo como una cualidad negativa. Se creen superiores a los demás y lo dicen públicamente.
El narcisismo aparece como una defensa frente a la inseguridad y la falta de reconocimiento infantil, debiendo armar esta imagen falsa e idealizada de sí mismos en compensación a sentimientos de soledad y humillación.
¿Pero cómo podemos saber si esa actitud nos define a nosotros? Estos son los principales rasgos de un narcisista.
Si somos más felices en los planes sociales cuando somos protagonistas del momento, y recibimos una gran dosis de atención por parte de los demás, que cuando ocupamos un segundo plano o pasamos más desapercibidos, entonces, podemos aprender de esta cuestión que nuestro nivel de felicidad debería depender de algo más profundo que el simple hecho de recibir atención en términos de protagonismo.
Porque lo positivo, en la mayoría de las ocasiones, es que el interés esté repartido entre todos los asistentes a un plan porque cada uno tiene algo interesante que aportar.
El síntoma más claro de narcisismo es aquel que acompaña a quien desea ser protagonista de una situación incluso cuando no le corresponde serlo porque es otra persona la que merece ese espacio en ese momento.
Si te sientes identificado con este rasgo de comunicación, si eres feliz contando las novedades de tu vida a tus amigos, sin embargo, te aburres pronto cuando tú asumes ese rol de oyente, entonces, en una situación de este tipo, también puedes reflexionar sobre cómo corregir esta actitud.
Por ejemplo, si protagonizas planes en los que la conversación gira principalmente en torno a ti pero no te das el permiso de preguntar al otro cómo se encuentra y conocer las novedades de su vida reciente, entonces, este hecho puede hacerte reflexionar.
Además, si este rasgo de nuestro comportamiento es habitual, es muy posible que los demás nos hayan hecho partícipes de ello a través de comentarios objetivos en los que solicitan su derecho a tener su propio espacio.
La envidia nunca es positiva, sin embargo, conviene hacerlo explícito para no disfrazar este término de otros matices. Cuando una persona es narcisista y demanda ese protagonismo habitual, experimenta envidia en muchas de aquellas situaciones en las que siente que el brillo social lo tiene otra persona.
La búsqueda de la felicidad es un anhelo constante del corazón. ¿Y dónde pone su deseo de realización personal una persona narcisista? En gran medida, en el deseo de admiración constante que le lleva a sentirse apreciado por los demás. Sin embargo, existe una trampa en poner la felicidad en este punto. Y es que, la persona sitúa su alegría en un factor tan cambiante como la opinión ajena. De este modo, es alguien muy vulnerable y frágil.
Todos podemos ser narcisistas de forma frecuente o en etapas concretas de la vida en las que demandamos más atención. Es positivo que no observemos esta cualidad como un defecto sino como una característica que podemos corregir para dar espacio a los demás.
Si te has identificado con algo de lo escrito en el artículo, te invitamos a que tomes contacto con nosotros y te ayudaremos a resolver esa situación de la mejor forma. ¡Anímate!