18 Aug
18Aug

Cuando hacemos referencia al drenaje, surgen voces airadas tratando de explicar lo que entienden por drenaje, lo que les explicaron, lo que leyeron, lo que imaginaron, lo que practicaron, agregando sus experiencias casi siempre poco satisfactorias.

Esta variedad de situaciones tiene su origen en el desconocimiento de las funciones que desempeña la linfa en nuestro organismo, asociada a la circulación arterio-venosa, como mecanismos desintoxicantes y responsables de la formación de edemas que deben ser tratados adecuadamente.

Basados en la información anatómica y fisiológica, nos enteramos de que el edema es una acumulación de líquido extraído del agua global del cuerpo (40-50 litros en una persona de 70-80 Kg.de peso), ocasionado por desequilibrios funcionales que impiden su metabolismo correcto y su ingreso en los sistemas circulatorios sanguíneos.

Este dato nos conduce a buscar el modo de movilizar esa masa líquida estancada, para incorporarla al movimiento circulatorio normal, asegurando su eliminación por orina, sudor, materia fecal, y demás fluidos corporales.

La presencia de linfa en todo el organismo, impone la necesidad de mover todos los elementos celulares en los que está contenida esa agua, y los espacios intercelulares donde contactan con los capilares arteriales y venosos.

Resumiendo: para asegurar la eliminación de una sobrecarga de linfa, ya sea asociado a procesos inflamatorios o traumáticos, es preciso movilizar el líquido total del organismo, en una primera etapa, asegurando la disponibilidad del tejido para ceder esa masa, que será reencauzada a la circulación general mediante nuestras maniobras terapéuticas (masajes, movimientos, gimnasia, sustancias energéticas, incorporando todo lo que la moderna investigación nos aporta en materia de estimulación funcional).

A continuación, actuamos sobre la zona de edema localizado, profundizando las maniobras que impulsen el flujo líquido, liberando las toxinas y productos del metabolismo que influyen en el aspecto y estado general de la zona afectada.

Cuando escuchamos las experiencias del drenaje realizado con técnicas de gran promoción y escasa relación con las disfunciones a tratar, surge el deseo de movilizar la búsqueda de mayor información correcta, asesoramiento profesional calificado, experiencias verdaderas con resultados comprobables.

¿Porqué pongo tanta insistencia en estos detalles, que algunos podrían considerar poco importantes, o evaluados exageradamente?

Porque un edema no es un problema estético, sino el representante de una disfunción con distintos niveles de gravedad, y diversos desequilibrios fisicoquímicos, que no pueden ser tratados de cualquier modo.

Desde un enfoque práctico, podemos distinguir dos situaciones diferentes en las cuales podemos emplear el drenaje linfático como maniobra terapéutica:

  • Como complemento de tratamientos destinados a modificar el aspecto, el volumen, la movilidad, como por ejemplo: obesidad, celulitis, secuelas de traumatismos, colagenopatías, tratamientos restauradores de cirugías estéticas, implantes, injertos, en los cuales el compromiso funcional va desde la piel hasta la profundidad de los músculos, articulaciones, huesos.
  • Como en todos nuestros tratamientos, la sesión involucra todo el cuerpo, con acentuación en las zonas más comprometidas.

Elegiré como ejemplo general, el llamado síndrome de piernas gruesas, porque es el de más frecuente observación, algunas de cuyas características son:

  • Según la topografía: único o bilateral. Local o generalizado.
  • Según el color: pálido. Cianótico o eritrocianótico. Discrómico.
  • Otros síntomas: fatiga. Dolor. Calambres.

Edema

En este síndrome debemos incluir el edema de etiología cardíaca, renal, hepática o metabólica, en cuyo caso es necesario el tratamiento causal para obtener una mejoría perdurable, acompañada de un tratamiento localizado para disminuir los síntomas objetivos. Tratándose de un problema que afecta selectivamente al sexo femenino, haremos también hincapié en el edema derivado de una mastectomía, que si bien puede ser prevenido en gran parte mediante el adecuado control postquirúrgico, a menudo se instala provocando trastornos tróficos, vasculares y estéticos.

También incluimos la llamada “celulitis” o fibroedema celular subcutáneo, ya que acompaña en todos los casos tanto a las piernas gruesas u obesas, como a las delgadas o subdesarrolladas sometidas a grandes esfuerzos físicos (deporte, gimnasia).

Para simplificar, clasificaremos los síndromes tratables por nosotros, los kinesiólogos, esteticistas, masoterapeutas, terapeutas corporales, en tres grandes grupos:

  • Por obesidad: se trata de piernas cuyo aspecto actual es adquirido, con una coloración normal o pálida. La sobrecarga de peso suele ser importante en las zonas pretrocanteriana, rodillas, tercio inferior de la pierna, cuando son localizadas, pudiendo llegar a cubrir todo el miembro. No suele haber signo de Godet pero sí hay celulitis, por infiltración profunda de la dermis. La estación muy prolongada de pie, puede provocar una lordosis que agrava el problema, por compresión anómala de los grandes vasos pelvianos.
  • Vasculopatías: el origen es sobre todo linfovenoso, acompañado de sedentarismo como factor agravante.
  • Mastectomía: la extirpación de los ganglios axilares y torácicos produce un edema que puede llegar a instalarse definitivamente, produciendo grandes limitaciones funcionales.

Con referencia al cuadro general del síndrome, pueden describirse algunas etapas:

  • Estadio prevaricoso: el aumento de volumen suele ser bilateral, a menudo localizado en los maléolos, extendiéndose luego por los pies y piernas. Suele tener signo de Godet. Los pies están fríos, el color es pálido, se conserva el espesor de la piel. Habitualmente hay fatiga, ardor que aparece en el curso de la jornada, sensación de plenitud que calma con el decúbito y elevación de los miembros. A medida que avanza el edema, aparece dolor y tensión, calambres, pruritos, parestesias, telangectasias. Cuando se instala permanentemente, aparece la cianosis maleolar.
  • Estadio varicoso: a los síntomas mencionados, se agregan las várices por insuficiencia valvular y parietal de la red vascular venosa superficial.
  • Estadio intermedio: en la pubertad, pueden observarse piernas gruesas, eritrocianóticas maleolares, con la piel violácea, con un edema adiposo difuso en la dermis e hipodermis. La piel puede verse fría y transparente. A veces aparece una queratosis pilosa con impresión de rallador, y un vello hipertrófico.

En la práctica, existen diversas interferencias entre los diferentes cuadros, pues la obesidad puede provocar una insuficiencia venosa mecánica, mientras la insuficiencia circulatoria puede producir una obesidad localizada por estancamiento de detritus en las zonas de declive.

Nota salida en la revista Nous Nº 2
Autora: Klga. Susana Berman - Directora de Unidad Kinésica Integral UKI
Este es un humilde homenaje de TodoSalud a una profesional e investigadora argentina que forjó un camino para muchos terapeutas durante casi 50 años. Es un tributo a una persona elevadamente profesional que con su forma tan práctica de enseñar hacía que cualquier persona pudiera descubrirse.
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