Las etapas de la vida son ciclos que invitan a la observación humana. La adolescencia es quizás una de las que más interés despierta por los problemas específicos que entraña. Siempre hay una búsqueda1 de identidad que se expresa a través del comportamiento. Se entra en la fase adulta casi con desgana, ya que las miradas sobre la realidad y el entorno están cargadas de inquietudes.
Lamentablemente son muchos los escolares que comparten un diagnóstico: el fracaso escolar. No prestan atención en clase, son perezosos, se distraen en el aula, son desordenados, hiperactivos, tienen problemas de lectura, etc. Se trata de un problema que afecta a cerca del 30% de los escolares de todos los países2.
Las últimas investigaciones sobre las causas del fracaso escolar apuntan a una leve desorganización neurológica que provoca una interpretación errónea en el cerebro de la información que los afectados reciben a través de los sentidos y que satura sus capacidades2.
Muchos escolares se ven obligados a realizar un sobre esfuerzo para concentrar su atención, pero al final acaban desistiendo. No es que no quieran atender, es que cuando les cuesta enterarse de lo que explica el profesor, acaban desconectando a ratos para descansar. Los adultos también lo hacen.
Cuando un niño sufre un trastorno neurológico grave presenta minusvalías. Si el trastorno es muy leve, a veces resulta difícil de detectar, pero acaba provocando limitaciones del aprendizaje, escaso interés, hiperactividad, etc., síntomas que presentan muchos niños que fracasan en la escuela.
El ser humano conoce su medio ambiente, lo que le rodea, a través de los sentidos, que aportan información al cerebro. El niño conoce el mundo a través de sus órganos sensoriales: ojos, oídos, manos, etc. Si algo falla y se produce una desorganización neurológica, por leve que sea el fallo, el pequeño puede sufrir desajustes entre su edad biológica y cerebral. Un problema tan corriente como la falta de atención en clase u otros trastornos de conducta pueden deberse a una simple y corregible distorsión auditiva u óptica.
También hay que tener en cuenta el elevado número de escolares que debido a factores socio-familiares, que no son objeto de análisis en este artículo, no llegan a concluir sus estudios.
Sean problemas neurológicos o de otra índole, la adolescencia, que hoy se entiende como el período que va de los 10 a los 20 años aproximadamente, es una etapa en la que hay cambios rápidos y significativos en los jóvenes, un proceso de adaptación y configuración de la personalidad y dificultades en la relación con los adultos. Es una etapa de la vida un tanto «caótica» y todo ello puede conducir al fracaso escolar. Por una parte, el crecimiento es una construcción, pero por otra, lleva implícitos los síntomas anunciadores de las debilidades del mañana.
Un problema tan corriente como la falta de atención en clase u otros trastornos de conducta pueden deberse a una simple y corregible distorsión auditiva u óptica.
Este proceso se ha clasificado en tres etapas: prepubertad, pubertad y adolescencia.
En la primera etapa es donde comienzan a apreciarse los primeros y más bruscos cambios en la constitución física y en la personalidad del joven. Es la que se analizará aquí con más detalle. Va de los 10 a los 12 años, aproximadamente, y las manifestaciones habituales son cambios bruscos en el estado de ánimo: irritabilidad, hipersensibilidad y bipolaridad entre introversión y extroversión. En resumen, una personalidad inestable.
Los niveles hormonales van aumentando paulatinamente, aparecen los caracteres sexuales secundarios (barba, vello púbico, mamas). La talla aumenta significativamente, hay un crecimiento acelerado de las extremidades, ensanchamiento de las facciones, acné, etc.
Esto contribuye a tener una imagen personal inestable y cambiante y, muchas veces, a un físico poco agraciado. Esto crea problemas de baja autoestima en relación con la propia imagen, que se incrementa si cabe cuando estos rasgos tardan en aparecer. Los sentimientos que el o la joven experimenta se ven reflejados en las áreas afectiva, social y cognitiva, como se verá a continuación.
Se produce una acentuación de los impulsos, que se traduce en excitabilidad difusa (irritabilidad, cambios, de ánimo, hipersensibilidad). La vitalidad de la edad escolar tiende a disminuir y se producen momentos de pasividad o introversión que alternan con actividad.
Uno de los sentimientos característicos de esta etapa es el de ser incomprendido, lo que se relaciona con no ser, en realidad, ni niño ni joven. También es común el aburrimiento, el no saber qué hacer. Ya no interesa lo de la etapa anterior y está por descubrir el interés naciente de esta nueva.
El impulso sexual emerge, pero al no tener conciencia de él, se traduce en una excitación difusa que influye en las variaciones de ánimo.
Hay un quiebro en las relaciones interpersonales con la familia y amistades. Comienza el afán de independencia que generará conflictos con los padres, ya que esto se manifiesta en alternancia de actuaciones infantiles que buscan protección y dependencia.
Los cambios experimentados producen inseguridad, así que nos encontraremos con un joven obstinado.
Se aprecia también una tendencia al antagonismo entre los sexos, constituyéndose grupos unixesuados, y no es infrecuente que se junten para descalificar a otros grupos.
En la edad escolar se maneja un nivel primario de pensamiento, comienza a surgir una nueva modalidad de pensamiento naciente que, como casi todos los rasgos del prepúber, fluctúa entre momentos de razonamiento nuevos y otros de razonamiento anterior.
En esta etapa tan complicada el niño debería lograr3:
Los niños, los prepúberes de los que estamos hablando, cuando no entienden el medio y no son capaces de adaptarse a él, desarrollan dos respuestas: agresividad o retraimiento2.
No es de extrañar que necesiten tratamiento, que la medicación homeopática, como terapia que comprende la totalidad del ser humano, que se interesa por conocer las profundidades de la persona, puede dar respuesta.
A continuación se comentan las características de algunos de los medicamentos homeopáticos que se emplean con mayor frecuencia para tratar los problemas específicos de esta etapa de la vida4:
Para abordar este problema se utiliza:
Este tipo de trastornos puede tratarse utilizando:
Es un mecanismo de ataque o de defensa. El paciente desea dominar, tiene sentimientos de insatisfacción. La agresividad se manifiesta en su comportamiento de formas muy variables. Para mayor comodidad, pueden dividirse en coléricos y celosos.
Cuando predomina la cólera, se puede utilizar:
Para abordar este problema se emplean los siguientes medicamentos homeopáticos:
Puede abordarse mediante:
Hay un gran número de medicamentos homeopáticos indicados en el tratamiento de este trastorno, pero aquí solo se citarán los más significativos en la población joven:
Niño de 11 años, algo llenito, con un ligero retraso en su crecimiento. Le traen a consulta porque en los últimos meses ha comenzado a sacar malas notas, a mostrarse triste e incluso llorar sin motivo. No muestra interés por relacionarse con otros niños y cuando los profesores en clase le preguntan algo, se le llenan los ojos de lágrimas.
Los padres le llevan a la consulta alarmados, no saben cómo tratarle.
Tras realizar una exhaustiva historia clínica, cabe concluir que el niño tiene una complexión acorde con su edad, de niño que todavía no ha dado el estirón, con algo de sobrepeso, detalle, este último, sobre el que la madre es excesivamente persistente.
Por lo que el niño relata, se deduce que está acomplejado por su físico, que tiene miedo y está asustado, no sabe lo que le está pasando, solo que tiene un gran nudo en la garganta; incluso habla ronco.
Se prescribe:
Una dieta adecuada y una conversación con los padres para hacerles razonar sobre el aspecto físico del niño lograron que este recuperara la normalidad, tuviera de nuevo ganas de salir con los amigos, estudiar y poder acabar bien el curso escolar.
Se pueden tratar con medicamentos homeopáticos como:
El tratamiento personalizado con estos medicamentos homeopáticos puede ayudar a que en la adolescencia, los problemas expuestos, y entre ellos el fracaso escolar, se puedan resolver sin traumas y sin dejar huellas, permitiendo a los jóvenes desarrollarse en todo su potencial. La tabla I resume un caso clínico de un adolescente con problemas, tratado satisfactoriamente con terapia homeopática.
Los actuales sistemas educativos diagnostican los síntomas pero no las causas del fracaso escolar. El origen de este problema no está en un excesivo nivel de exigencia del sistema, ni en la preparación y capacidad de los profesores. Tampoco se debe al tipo de contenidos que se estudia, porque el fracaso escolar es un hecho que se viene repitiendo desde hace mucho tiempo, a pesar de los cambios que se introducen en muchos países. Probablemente la solución tampoco consiste en dar más horas de clase o aplicar una disciplina más rigurosa2 a los escolares, sino en saber ponerse en el lugar del adolescente, lograr motivarle y, ya desde el punto de vista del profesional de la salud, estar atentos a las dificultades y problemas de origen fisiológico o psíquico que pueden afectarles, para ponerles solución lo antes posible.
BIBLIOGRAFÍA
[1] Lenguaje del cuerpo y homeopatía. Barcelona: Urano, 1990.
[2] ABC, 3 de febrero de 2004.
[3] La salud del niño en edad escolar [revista electronica] 2004. Enero [consultado 13/02/2004]. Disponible en: http://escuela.med.puc.cl[4] Practique homeopathique en medicine infantile. Lyon: CEDH, 1988.