La lecitina y la colina son nutrientes vitales para cada una de las células del organismo. No es sorprendente que tantos nutricionistas insistan en que se consuman más.
Es una sustancia grasosa presente en muchos alimentos de origen vegetal como poroto de soja, maní y germen de trigo. También suele añadirse a productos industrializados, incluyendo helados, chocolate, margarina y aderezos para ensalada, para mezclar o emulsionar grasas con agua. El cuerpo también la produce.
Se considera que la lecitina es una excelente fuente de colina —parte del complejo B—, sobre todo en la forma de fosfatidilcolina. Una vez en el organismo, la fosfatidilcolina se degrada en colina, de modo que al tomar lecitina o absorberla de los alimentos, el organismo recibe colina. Pero solo del 10% al 20% de la lecitina presente en plantas y otras fuentes naturales está compuesta de fosfatidilcolina.
Es posible comprar compuestos de lecitina con concentraciones mayores de fosfatidilcolina, pero pueden ser muy caros. En casi todos los casos, tomar colina simple, en vez de la costosa fosfatidilcolina, funciona muy bien. Aunque la lecitina alimentaria es una fuente importante de colina, la colina también está presente en poroto de soja, jugo de uva, maní, repollo, coliflor y otros alimentos. También se pueden comprar complementos de colina, y a menudo se incluye como un ingrediente en el complejo B o en otras fórmulas combinadas.
Ambas son muy útiles en el tratamiento de enfermedades hepáticas y de la vesícula biliar. La lecitina es un elemento esencial de la bilis, sustancia que sirve para digerir grasas; se sabe que un bajo nivel de ella se relaciona con cálculos biliares. Tomar complementos con lecitina o su extracto purificado, la fosfatidilcolina, puede ayudar a curar o prevenir el trastorno.
La lecitina también es benéfica para el hígado. Los resultados de un estudio de 10 años con mandriles confirmaron que previene el daño en el hígado y la cirrosis causados por alcoholismo; otros estudios indican que ayuda en problemas de hepatitis.
La colina suele incluirse en fórmulas hepáticas complejas junto con otros complementos hepático-vigorizantes, como el aminoácido metionina, el inositol de la vitamina B, y las hierbas cardo mariano y diente de león. Estos preparados, a menudo llamados combinaciones o factores lipotrópicos, pueden prevenir la acumulación de grasas en el hígado, mejorar el tránsito de grasas y colesterol en este y en la vesícula biliar, y ayudarlo a librar al organismo de toxinas peligrosas. Son muy útiles para afecciones hepáticas o de la vesícula biliar, así como para otras que se beneficien de una actividad hepática adecuada, como la endometriosis (la principal causa de infertilidad femenina) o para los efectos secundarios de la quimioterapia.
Estos dos nutrientes, que forman nervios, pueden ser útiles para mejorar la memoria en casos de Alzheimer, evitar anomalías congénitas del tubo neural (espina bífida), aumentar el rendimiento en deportes de resistencia, y ayudar a curar contracturas y tics (discinesia tardía) causados por antipsicóticos.
La lecitina suele administrarse en una dosificación de 2 cápsulas de 1.200 mg, 2 veces al día. Puede tomarse en granulado; 1 cucharadita contiene 1.200 mg de lecitina.
La colina puede obtenerse de la lecitina, aunque la fosfatidilcolina (500 mg, 3 veces al día) o la colina simple (500 mg, tres veces al día) pueden ser una mejor fuente.
