En la naturaleza existen numerosos vegetales que se caracterizan por contener principios activos que ayudan a desintoxicar y proteger el hígado y la vesícula biliar si bien hay dos que destacan por su riqueza en el principio activo que lo hace posible y que no es otro que la silimarina; nos referimos a la flor de la Cynara scolymus -la alcachofa- y a las semillas del cardo mariano (Silybum marianum).
Vamos a empezar explicando que si bien el cardo mariano es originario del ámbito mediterráneo y el cercano oriente -hasta el Mar Caspio- en la actualidad se cultiva como planta medicinal en Centroeuropa, Iberoamérica - especialmente en Argentina-, China y otros países. Sus propiedades se conocen desde hace más de 2.000 años. En la Medicina Tradicional China se recomendaba para reducir el ”calor de hígado”, es decir, la inflamación hepática. Hay asimismo referencias que Dioscórides (40-90 d.C.) lo usaba como antídoto para el veneno de serpientes y evitar que sus toxinas destruyan la células hepáticas y por Plinio El Viejo (23-79 d.C.) para los cólicos biliares y después el herborista británico Nicholas Culpeper (1616-1654) para tratar las “obstrucciones del hígado” (ictericia).
Sería sin embargo en 1968 cuando se identificó el principio activo responsable de esas propiedades -la silimarina- y en 1989 cuando la Comisión E para Fármacos y Dispositivos Médicos del Instituto Federal Alemán recomendó su uso para las dispepsias (problemas digestivos), los problemas hepáticos derivados de la ingesta de toxinas, la cirrosis y otras disfunciones del hígado. Teniéndose que esperar hasta 2002 para que la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconociese su innegable valor terapéutico.
Hoy día la utilidad y eficacia hepatoprotectora de la silimarina está demostrada con ensayos tanto experimentales como clínicos. Debemos no obstante aclarar que la silimarina es en realidad un complejo formado por varios polifenoles -la silibinina, la isosilibinina, la silidianina, la silicristina, la isosilicristina y la taxifolina- siendo la silibinina - también denominada silibina- la más abundante y estudiada. De hecho, la mayoría de los estudios se han hecho con concentrados de silimarina, con silibinina -el principal de sus polifenoles- o con extractos de semillas de cardo mariano (que contienen solo un 5% de silimarina).
En cuanto a lo que se comercializa en herbolarios y farmacias pueden encontrarse preparados que contienen del orden de un 70% de silimarina; tanto en tinturas líquidas como en cápsulas del concentrado sólido. Los médicos suelen sin embargo recetar un producto de farmacia, el Legalon 150, nombre comercial de un producto que empezó a producirse hace ya casi medio siglo en cápsulas por el laboratorio alemán Madaus para contrarrestar las intoxicaciones de la seta venenosa Amanita phalloides y que hoy es utilizado -así lo recoge el prospecto- para tratar las lesiones hepáticas provocadas por la ingesta crónica de alcohol y/o medicamentos hepato-tóxicos, la esteatosis hepática o hígado graso, la hepatitis alcohólica y la cirrosis hepática. Cabe añadir que cada cápsula contiene 196 mg de extracto de silimarina de los que 150 mg son de silibinina.
La silimarina estabiliza la membrana mitocondrial, inhibe el estrés oxidativo y mejora la resistencia a la insulina y de ahí su efecto hepatoprotector, excelente coadyuvante para la disminución de masa corporal, la disminución de la resistencia a la insulina y las mejoras histológicas del tejido hepático junto con vitamina E.
Cuando se sufre una patología hepática durante mucho tiempo -sea la causa alimentaria, tóxica o infecciosa- el tejido del hígado se termina fibrosando y el órgano empieza a funcionar cada vez peor llegando un momento en el que la circulación sanguínea es insuficiente, se acumula la bilis y el hígado se vuelve cirrótico. Pues bien, esa degeneración la ralentiza cuando menos la silimarina. Lo constató un equipo de la Universidad de Viena (Austria) dirigido por el doctor P. Ferenci mediante un ensayo clínico aleatorizado con 170 pacientes de cirrosis -alcohólica y no alcohólica- a una parte se dio durante dos años silimarina y a la otra un placebo. Cuatro años después del inicio del ensayo se comprobó que aún vivía el 58% de los que tomaron la silimarina y el 39% de los que recibieron el placebo; el trabajo se publicó en 1989 en Journal of Hepatology.
Los doctores S. C. Pradhan y C. Girish -del Jawaharlal Institute de Pondicherry (India)- publicaron en 2006 en Indian Journal of Medical Research un trabajo según el cual el cardo mariano es claramente hepatoprotector, algo que achacan a la silibinina, la isosilibinina, la silidianina y la silicristina -principios activos de la silimarina- al ser todas ellas moléculas antiinflamatorias, antioxidantes y antifibróticas que potencian la regeneración del hígado además de modular el sistema inmune.
Ensayos in vitro en los que se utilizó un extracto de semillas de cardo mariano en células hepáticas cancerosas tipo Huh7 se observó que inhibe su replicación (de forma dosis-dependiente). Concluyen sus autores que los efectos antiinflamatorios y antivirales de la silimarina la hacen por tanto terapéuticamente eficaz en la hepatitis C; comprobando que la silimarina es antioxidante y antifibrótica y actúa bloqueando los receptores de membrana de los hepatocitos; tanto si la hepatitis es vírica como si los efectos destructores se deben a tóxicos, alcohol incluido.
La silimarina es asimismo eficaz para tratar la diabetes tipo 2 según constató un equipo del Instituto de Plantas Medicinales de Teherán (Irán) coordinado por el doctor H. F. Huseini tras tratar a dos grupos de 25 diabéticos cada uno y administrar a uno 200 gramos diarios de extracto de silimarina durante 4 meses y al otro un placebo. Finalizada la prueba se comprobaría que los que tomaron la silimarina mejoraron sensiblemente en todos sus perfiles bioquímicos; el artículo apareció en 2006 en Phytotherapy Research.
En 2014 un equipo de investigadores del Central Drug Research Institute de Lucknow (India) dirigido por el doctor P. Prakash realizó una serie de ensayos murinos demostrando que la silimarina aumenta además la sensibilidad celular a la insulina y protege al sistema cardiovascular; lo explicaron en un artículo publicado en European Journal of Pharmacology.
La silimarina -en especial la silibinina- parece ser asimismo eficaz en casos de alzheimer. En 2010 un equipo de la Chongquing Technology and Business University de China coordinado por el doctor F. Yin efectuó varios ensayos in vitro que revelaron que la silibinina inhibe la formación de las placas amiloides y por tanto su ingesta podría ser útil para tratar el alzheimer; el trabajo se publicó en Neurochemistry International.
Cabe agregar que un equipo de la Universidad de Jundishapoor en Ahwaz (Irán) dirigido por el doctor M. Sayyah realizó un llamativo estudio clínico aleatorizado con 35 pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo a los que se dividió en dos grupos dando a diario durante 8 semanas a uno 600 mg de extracto de cardo mariano y al otro 30 mg de fluoxetina (Prozac) no observándose al final diferencias entre los dos grupos… salvo una: el Prozac tienen efectos secundarios indeseables. El trabajo se publicó en 2010 en Progress in Neuro-psychopharmacology & Biological Psychiatry
Y también es útil en cáncer. Un numeroso grupo de investigadores del Centro de Cáncer de la Universidad de Colorado (EEUU) dirigido por el doctor R. P. Singh inhibió en ratones el desarrollo del cáncer de pulmón que se les indujo con uretano tras someterles durante varias semanas a distintas dietas con dosis variables de silibinina al cabo de las cuales se observó que el desarrollo tumoral fue menor que en los animales de control, algo que se achacó a que inhibe la angiogénesis; el trabajo se publicó en 2006 en Journal of the National Cancer Institute.
Dos años después -en octubre de 2008- se publicaría en Cancer Letters un trabajo de síntesis de los doctores de la Universidad de Colorado de Denver (EEUU) K. Ramasamy y R. Agarwal en el que se asevera que la silimarina es antiinflamatoria, regula el ciclo celular, inhibe la angiogénesis y la metástasis y lleva a la apoptosis a las células cancerosas.
En suma, hay más de un millar de estudios -in vitro, murinos y clínicos- efectuados con silimarina -o con el principal de sus polifenoles, la silibinina- según los cuales su consumo es hepatoprotector ya que estabiliza la membrana mitocondrial, inhibe la activación del proceso inflamatorio y el estrés oxidativo a nivel hepático, desactiva las células estrelladas del hígado que generan la fibrosis y renueva las células hepáticas por lo que es útil para tratar las lesiones hepáticas provocadas por la ingesta crónica de alcohol y/o medicamentos, la esteatosis o hígado graso, la hepatitis y la cirrosis. De ahí que sorprenda tanto el artículo de los doctores A. Rambaldi, B.P. Jacobs y C. Gluud -del Centre for Clinical Intervention Research de Copenhague (Dinamarca) correspondiente al famoso Cochrane Database Systematic Review de 2007- según el cual “faltan evidencias de alta calidad” de los beneficios del cardo mariano en las enfermedades hepáticas, sean éstas de origen alcohólico o viral.
Y eso solo como terapia hepatoprotectora porque si añadimos los trabajos de investigación de los últimos 40 años sobre su utilidad en otras patologías -basta entrar en US Library of Medicine– comprobaremos que hay más de 3.000 estudios publicados. Los aquí citados son pues una mínima muestra de lo existente. Luego, ¿por qué los médicos no aprovechan mejor las posibilidades de la silimarina sabiendo que el hígado es absolutamente fundamental para la salud? ¿Tendrá algo que ver el hecho de que no es patentable y encima es demasiado barata?