La histamina es conocida principalmente por sus efectos en las respuestas de inmunidad primaria. En concreto, en las respuestas alérgicas por medio de la degranulación tanto de los mastocitos como de los basófilos. También, tiene otras funciones en la economía orgánica como sus efectos sobre las secreciones gástricas, así como en el sistema nervioso.
La intolerancia a la histamina es una patología poco conocida, en la que existe un desequilibrio entre la degradación y la ingesta de histamina por medio de la alimentación.
Las cantidades excesivas de histamina en plasma pueden ser secundarias a una liberación por parte de los mastocitos (reacciones alérgicas), por ingesta elevada o por reducción de su degradación/catabolismo.
Aunque muchas personas asocian la histamina solo con respuestas alérgicas, en circunstancias normales es una molécula esencial que realiza tres funciones importantes. La histamina es principalmente:
Estos roles son vitales para la vida. Sin embargo, cuando los niveles de histamina aumentan demasiado, el resultado final es una alteración grave de la calidad de vida e incluso la muerte.
Los enzimas del cuerpo degradan la histamina por tres vías:
La segunda vía es la más importante, el defecto en la función de la DAO (es la enzima más afectada). Puede ser secundario al consumo de fármacos o alcohol, procesos inflamatorios del tubo digestivo o por alteraciones genéticas de la DAO u otras enzimas degradadoras de la histamina (2).
La disfunción de enzimas degradadoras de la histamina puede ser por causa genética, adquirida (EII, gastroenteritis, etc.) o por consumo de fármacos, principalmente.
Estas situaciones producen un déficit en el catabolismo de la histamina, incrementándose sus niveles plasmáticos y dando lugar a los efectos adversos derivados de su elevación, como son las náuseas, vómitos, dolores abdominales, exantema…
Cuando el cuerpo alcanza niveles anormalmente altos de histamina, más allá de la capacidad del cuerpo para descomponer tal sobrecarga, ocurre una amplia gama de síntomas. Muchos de estos síntomas son similares a los síntomas alérgicos, por lo que se debe verificar la intolerancia a la histamina cuando aparezcan tales reacciones:
Como se ha mencionado con anterioridad, las principales causas de la intolerancia a la histamina pueden ser tanto de carácter genético como ambiental, siendo la principal causa de intolerancia crónica los déficit de DAO.
En la mayoría de ocasiones, la intolerancia a la histamina es un proceso transitorio que mejora de forma significativa cuando se modifica la dieta reduciendo los alimentos bajos en histamina y reintroduciendolos poco a poco y de uno en uno. En la mayoría de ocasiones se terminará volviendo a una dieta común y saludable. Entre las diferentes causas de intolerancia a la histamina tenemos:
Existen muchos fármacos y algunos alimentos que son capaces de reducir o bloquear la función de la DAO, dando lugar a intolerancia a la histamina y desarrollo de los síntomas y signos asociados.
Entre los productos que bloquean la DAO tenemos el alcohol, etanol y una lista importante de fármacos.
La patología intestinal también favorece el paso de histamina desde el tubo digestivo al plasma. Suele asociarse a patología inflamatoria como son las gastroenteritis, Enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, permeabilidad intestinal, etc.
El sobrecrecimiento bacteriano al incrementar el número de colonias bacterianas, puede producir un mayor metabolismo de la histidina en histamina, incrementándose los niveles en la luz intestinal y la cantidad de esta amina que pasa al torrente circulatorio.
En personas susceptibles, la luz ultravioleta puede incrementar los efectos de la histamina en intolerantes, puesto que la luz ultravioleta en los pacientes que responden de forma alérgica produce una degranulación de mastocitos y basófilos dando lugar a un incremento de los niveles de histamina plasmática.
Para el tratamiento de la intolerancia a la histamina se siguen varias estrategias, cuyo fin es reducir los niveles de histamina e incrementar la actividad de la DAO.
Uno de los primeros pasos para muchas personas es seguir una dieta de eliminación. Todos los alimentos con alto contenido de histamina se eliminan de la dieta durante un período de uno a tres meses para ver si los síntomas mejoran. Luego, estos alimentos se reintroducen gradualmente para controlar las reacciones.
Entre los suplementos se recomiendan:
Estos suplementos actúan como cofactores de la DAO, pudiendo mejorar la función de esta enzima (3).
En la actualidad se está pensando en el aporte de DAO exógena en intolerantes a la histamina, de la misma forma que se hace con la lactasa exógena en intolerantes a la lactosa.
Se pueden utilizar enzimas digestivas para favorecer el metabolismo proteico e impedir que la flora saprófita sea la que metabolice las proteínas parcialmente degradadas incrementando los niveles de histidina y, en consecuencia, los de histamina.
Dado que la histamina deriva de aminoácidos y los aminoácidos se derivan de las proteínas, se deduce que los alimentos ricos en proteínas (que tardan más en digerirse), finalmente afectan los niveles de histamina. Además, los niveles de histamina se elevan a medida que se permite que los alimentos envejezcan en el intestino, lo que puede alimentar a las bacterias que pueden continuar alimentando el ciclo.
No solo se deben evitar los alimentos ricos en proteínas, además existen otros alimentos que pueden agravar la intolerancia a la histamina:
Para muchos, la única alternativa es eliminar no solo los alimentos ricos en histamina, sino también los que bloquean la DAO, junto con los que inician la síntesis de histamina.
Actualmente, existen pocas publicaciones al respecto, pero en muchos casos, tras un tratamiento apropiado, se puede volver a una dieta normal o casi normal.
Debido al bajo conocimiento de este padecimiento, los tratamientos deben ser individualizados, empleándose en algunas ocasiones fármacos como los antihistamínicos, dexclorfeniramina y antihistamínicos H2 como la ranitidina (4).
Bibliografía:
Veciana Nogués MT, Vidal Carou MC. Dieta baja en histamina. En: Salas-Salvadó J, Bonada Sanjaume A, Trallero Casaña R, Saló Solà M, Burgos Peláez R, editores. Nutrición y dietética clínica. 2.a ed. Barcelona: Ediciones Elsevier España; 2008. p. 443-8.
Schwelerger HG. Histamine intolerance: Overestimated or underestimated? Inflamm Res 2009;58(Supl.1):s51-s52.
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