13 Jan
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Los dos riñones que tenemos, que son del tamaño de un puño cada uno, tienen como función principal filtrar la sangre para eliminar los desechos y el exceso de agua que convierte en orina, al tiempo que mantienen el equilibrio químico del cuerpo y ayudan a controlar la presión arterial y a producir hormonas.

Eso es en el estado normal y de salud de los riñones. Pero hay circunstancias en las que una persona sufre un deterioro o daño en sus riñones a tal grado que estos no pueden filtrar la sangre como deberían. Cuando se produce este daño, los desechos se van acumulando en el cuerpo dando origen a deterioros de la salud que pueden ocasionar hasta la muerte.

Este deterioro renal es conocido como Enfermedad Renal Crónica que, repetimos, es la incapacidad de los riñones para filtrar la sangre. Si tus riñones fallan, necesitarás diálisis o un trasplante de riñón.

Los medicamentos para la acidez estomacal te pueden conducir a depender de la diálisis.

Hasta ahora la diabetes y la hipertensión arterial (presión alta) se habían tenido como las causas más comunes de la enfermedad renal crónica, pero las más recientes investigaciones están revelando que existe un vínculo perturbador entre los medicamentos Inhibidores de la Bomba de Protones (IBP) y el aumento de las tasas de enfermedad renal crónica.

Los Inhibidores de la bomba de protones (IBP) son fármacos que actúan inhibiendo de manera irreversible una enzima de la mucosa gástrica (H/K-ATPasa) para impedir la secreción ácida en el estómago.

Comercialmente se conocen cinco moléculas de la familia de los IBP: omeprazol, lansoprazol, rabeprazol, pantoprazol y esomeprazol que se usan para aliviar los síntomas de reflujo gástrico, o enfermedad del reflujo gastroesofágico (ERGE), el daño a la parte inferior del esófago causado por el reflujo gástrico.

En un estudio de 6 años realizado por la prestigiosa Johns Hopkins University que involucró a 10,482 sujetos con una edad promedio de 63 años, las personas que usaron drogas inhibidoras de la bomba de protones para tratar la acidez estomacal e indigestión aumentaron su riesgo de desarrollar enfermedad renal en un 20 a 50 por ciento.

El reflujo ácido y el uso de IBP ha crecido a un ritmo alarmante.

Un alto porcentaje de adultos sufre de reflujo ácido que causa ardor de estómago, y millones de personas confían diariamente en medicamentos como Nexium (esomeprazol), Prilosec (omeprazol) y Prevacid (iansoprazol) para aliviar la incomodidad.

Estos inhibidores de la bomba de protones funcionan al bloquear la producción de ácido estomacal. Desafortunadamente, los científicos informan que el exceso de ácido estomacal no es la causa del reflujo ácido, también conocido como enfermedad por reflujo gastroesofágico o ERGE.

El uso prolongado de IBP y el agotamiento crónico del ácido estomacal que causan pueden crear problemas de absorción con minerales y vitaminas clave, como magnesio, calcio, hierro y vitamina B-12.

Como es de esperarse, la incapacidad de absorber estos nutrientes esenciales se refleja en el aumento de las tasas de fracturas óseas y osteoporosis entre los usuarios de inhibidores de la bomba de protones. Las personas que toman IBP también sufren un aumento de las tasas de ataque cardíaco, neumonía y accidente cerebrovascular (ACV), así como mayores niveles de homocisteína y proteína C-reactiva y niveles reducidos de óxido nítrico beneficioso.

Finalmente, los medicamentos pueden causar nefritis intersticial, una afección en la que los espacios entre los túbulos renales se hinchan y afectan la capacidad de los riñones para filtrar las toxinas de la sangre.

Los adultos mayores están particularmente en riesgo de padecer de la enfermedad renal crónica (ERC), afección potencialmente mortal. Los científicos esperan que las tasas de la enfermedad aumenten considerablemente en los próximos diez años.

La enfermedad renal crónica aumenta el riesgo de morir a causa de una enfermedad cardíaca.

Los riñones, que son los responsables de filtrar la sangre a un ritmo vertiginoso de 200 litros al día (para producir 2 litros de orina), están sujetos a una alta concentración de toxinas y, como resultado, son susceptibles a un estrés oxidativo masivo.

Con el tiempo, la enfermedad renal crónica (ERC), también conocida como insuficiencia renal crónica, puede progresar a una enfermedad renal terminal irreversible, en la que se acumulan los productos de desecho tóxicos como la creatinina, la urea y el nitrógeno que causan la contracción y disfunción de órganos vitales.

En ausencia de un trasplante de riñón o tratamientos de diálisis, la enfermedad renal en etapa terminal conduce a la muerte.

La enfermedad renal crónica también puede tener efectos devastadores en el sistema cardiovascular, con estudios que muestran que la ERC hace que el riesgo de mortalidad por enfermedad cardíaca aumente 30 veces. (Sí, lo leíste correctamente. Los pacientes con ERC experimentan un riesgo de morir por enfermedad cardíaca que aumenta, no en un 30 por ciento, sino en asombrosas 30 veces. Por lo tanto, es de necesidad urgente las terapias naturales no tóxicas para la disfunción renal).

Existen cuatro terapias naturales (nutrientes) que han demostrado su valor como intervenciones seguras, de bajo costo y efectivas para minimizar el riesgo de enfermedad renal. Son las siguientes: La coenzima Q10, vitamina B6, vitamina E y ácido lipoico.

1) La coenzima Q10 desacelera la enfermedad renal en más del 80 por ciento de los pacientes.

Un estudio reciente y riguroso mostró exactamente lo que la suplementación con CoQ10 podría lograr en los casos de insuficiencia renal, aun en etapa terminal.

En un ensayo clínico controlado con placebo, publicado en Nutritional and Environmental Medicine, 97 pacientes con insuficiencia renal crónica se dividieron en dos grupos y luego recibieron 180 mg de CoQ10 por día o un placebo durante 12 semanas (3 meses).

Los investigadores encontraron que la suplementación con CoQ10 disminuyó, o incluso revirtió, la progresión de la enfermedad renal en etapa terminal en el 81 por ciento de los pacientes. El número de pacientes en diálisis disminuyó de 21 a 12 en el grupo CoQ10, que también experimentó niveles significativamente más bajos de creatinina y nitrógeno ureico en sangre.

En otras palabras, la mitad de los pacientes tratados con CoQ10 que estaban en diálisis al inicio del estudio pudieron detener la diálisis al final del estudio. (En contraste, el grupo placebo tuvo un empeoramiento de la función renal y ninguno de ellos pudo suspender la diálisis).

2) La vitamina B6 (piridoxina) del complejo B protege los riñones.

La vitamina B6, en forma de piridoxamina, ayuda a "capturar" y eliminar moléculas dañinas formadas durante la oxidación de las grasas. Este nutriente se ha demostrado en estudios para proteger los riñones.

En un ensayo doble ciego, controlado con placebo, 317 diabéticos con proteína en su orina recibieron piridoxamina dos veces al día durante un año. Los científicos informaron que la vitamina ayudó a frenar el aumento de los niveles de creatinina y la progresión de la enfermedad renal, especialmente en las primeras etapas.

3) La vitamina E puede mejorar la función renal.

Las potentes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que tiene la vitamina E ayudan a mejorar la función renal. Un estudio publicado en Diabetes Care mostró que 1.800 UI de vitamina E al día normalizaban de la capacidad del riñón para eliminar la creatinina en pacientes que habían tenido diabetes durante diez o más años, lo que mejoraba la función renal. En otra investigación, los científicos concluyeron que la vitamina E podría retrasar la insuficiencia renal debida al estrés oxidativo, y la acreditó como una terapia potencialmente adyuvante para ayudar a prolongar la función renal.

4) El ácido alfa lipoico ayuda a la salud del riñón.

El ácido alfa lipoico se ha estudiado internacionalmente por su capacidad para prevenir o aliviar el daño renal inducido por fármacos, y se ha demostrado que es seguro y eficaz en la protección de los riñones contra las dosis tóxicas de paracetamol y ciclosporina.

Los estudios en animales han demostrado que este ácido graso beneficioso puede reducir la pérdida de proteína en la orina y mejorar la salud del riñón. Es alentador que los estudios sugieran que el ácido alfa lipoico, cuando se administra a personas con enfermedad renal en etapa terminal, también puede reducir el riesgo de complicaciones cardiovasculares peligrosas.

Buenas fuentes dietéticas de ácido alfa-lipoico incluyen levadura de cerveza, brócoli, espinacas, coles de Bruselas, remolacha y patatas. El nutriente también está disponible como un suplemento nutricional.

☛ IMPORTANTE: ESTA INFORMACIÓN NO ES, NI SUSTITUYE EN NINGÚN CASO LA CONSULTA, TRATAMIENTO O DIAGNÓSTICO DEL PROFESIONAL DE LA SALUD COMPETENTE.

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