05 Nov
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La verdad; según una de las definiciones de la Real Academia Española es un “juicio o proposición que no se puede negar racionalmente”.

Sobre cada temática en particular podemos escribir un determinado número de verdades, con sus aristas y sus variantes. Pero, todos los conceptos que se encuentren por fuera de esa lista, no serán verdades, serán mentiras. La lista de mentiras es infinita.

Las redes sociales han abierto la posibilidad de interrelacionarnos con un número sin fin de personas. Basta con que dos personas dispersas en el mundo tomen un celular o una computadora conectada a Internet, para que haya entre ellos una comunicación. Quizás nada en la historia de la humanidad ha contribuido a comunicar a los humanos de forma tan masiva y eficiente.

Las redes trajeron muchos puntos que pueden considerarse positivos, y otros todo lo contrario. Dado que las características positivas están al alcance de la visión me centraré en algunos puntos negativos relacionados con la distribución de información errónea.

Los Congresos o reuniones científicas permiten que profesionales de una temática puntual discutan con sus pares de diversas profesiones sus incumbencias relacionadas con los avances y retrocesos en la materia. Dichos profesionales suelen llevar un cartelito que dice su nombre, su lugar de trabajo y/o su profesión. Sus palabras y sus ideas se asocian a su nombre, a una historia académica o social relacionada con cómo se generó ese conocimiento. En dicha reunión, estos profesionales, tienen la posibilidad de poner sobre la mesa de discusión sus puntos de vista para salir en conjunto más informados.

Hoy en las redes me permitirían llamarme “@comoamoelgluten” y escribir frases como “El gluten pasa a ser tóxico solo cuando se come más de un pan, existe información científica generada por una Universidad de alto prestigio mundial que sustenta este resultado”. Si de cien personas, una sola toma esta mentira como una verdad y lo pone en práctica, podemos tener un lector intoxicado, un familiar del lector intoxicado y/o un amigo del lector intoxicado.

Dado el elevado número de personas que accede a la información (uno en cien parece poco, 1.000 en 100.000, pasa a ser mucho) el daño puede ser muy grande, pero más allá de eso no saldrá nunca en los diarios. La información falsa, adrede o sin intencionalidad, actúa en forma impune por las redes sociales.

Hay muchas de estas “verdades” en las páginas destinadas a la temática que pueden causar un daño potencialmente severo a la salud de los celíacos. Existen además muchos cibernautas que llamándose a sí mismos gurús transmiten imprudentemente información sin sustento real (mentiras) que son riesgosas para aquellos que no pueden consumir gluten.

La masividad de su mensaje y la falta de capacitación en los temas sobre los cuales opina, generan un combo explosivo y peligroso. Nada peor en temas de salud que la generación espontánea de estos “teléfonos descompuestos”. Las páginas de facebook sobre celiaquía son un claro ejemplo de lo que quiero describir. Existen dentro de ellas los siguientes sujetos riesgosos:

  • Administrador de blog censurador: estos personajes filtran información a conveniencia de sus pensamientos (ciertos o no) sin permitir la opinión contraria y la generación de una necesaria discusión que puede salvarnos de un falso mensaje. Muchas veces este tipo de personas no tienen capacitación en los temas sobre los cuales administran, y lo que es peor, leyendo artículos en la red piensan que lo saben todo. Lo riesgoso de estos blogs es la masividad cautiva.
  • Los “opinadores seriales”: muchos de los grupos virtuales presentan como miembros a médicos, científicos, profesionales a cargo de entidades civiles sin fines de lucro (con personería jurídica) o de Organismos Estatales. Los mismos suelen opinar basándose en un conocimiento basado en su experiencia laboral y/o en sus conocimientos académicos, y reiteradas veces los “opinadores seriales” buscan mil alternativas para deslegitimar estos conceptos con información al menos falta de sustento. Muchas veces las justificaciones se asemejan a las siguientes: “yo soy celiaco desde la cuna y siempre lo hice de la misma forma”, “mi hijo es celiaco, yo lo alimento (medico) así y nunca paso nada”, “me lo dijo un doctor que es una eminencia en el tema”, “usted estudió pero yo soy celiaco, lo que sé lo sé por experiencia”, etc., etc. Parte de estos opinadores no tienen la menor inhibición para recetar medicamentos, recomendar productos no aptos y/o interpretar resultados de análisis clínicos. Son claros iniciadores de los peligrosos teléfonos descompuestos.
  • Los “profesionales del todo”: Muchos profesionales en una materia consideran que con eso es suficiente para opinar sobre las diferentes aristas de la temática. Claramente me refiero a esos profesionales que transmiten información sobre lo que no saben infiriendo a partir de su conocimiento real, es decir, sin extender a partir del estudio las fronteras de su conocimiento. Ejemplo de esto serían los médicos opinando sobre tecnología de alimentos, los productores hablando sobre medicina, entre otros. Me gustaría que si usted es celiaco (o familiar de celiaco) y encuentra estos casos en sus redes sociales, los pueda identificar y los obligue a pensar cómo deben leerse los mensajes de estas personas. No deje que un no-médico lo recete y/o diagnostique, que un no-productor le hable sobre la producción de alimentos, que un no-nutricionista le diseñe su dieta.

No forme parte de grupos manejados por censuradores sesgados, no ayude a la propagación de teléfonos descompuestos. Use las redes sociales para informarse. Aprender a filtrar información errónea los ayudará sin dudas a sacarle el mayor jugo a la red global. Así como existen muchas mentiras encubiertas, la red permite obtener información correcta y novedosa (recién salida del horno) sobre esta temática que ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años.

Dr. Darío M. Cabezas
Investigador del CONICET
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