Es la falta de equilibrio de microorganismos en aquellos lugares en los que encontramos microbiota. Es decir en el sistema digestivo, la piel, mucosas, vagina… Todas las partes que están en contacto con el exterior.
La microbiota, es el conjunto de organismos que nos acompañan y con el cual tenemos una relación de simbiosis. Es decir, dependemos de ellos para sobrevivir y ellos dependen de nuestro organismo para vivir.
En cada una de las zonas de nuestro cuerpo, los microorganismos, proliferan y se implantan. No solo porque sea el lugar en el cual les gusta habitar, sino que en estos lugares encuentran su alimento y sus condiciones necesarias para poder sobrevivir.
Cualquier estado de desequilibrio en estas comunidades se conoce como disbiosis y así como hemos llegado hasta ahí, podemos con cambios de hábitos volver a un estado de salud.
Puede llegar a contener hasta 100 billones de bacterias. Puede llegar a superar hasta 10 veces nuestras propias células y el conjunto de genes suman 100 veces nuestros genes. Esto no es un número constante porque nuestra microbiota está en continuo cambio.
El lugar en el que más cantidad de bacterias encontramos es en nuestro sistema digestivo. Este recibe continuamente alimentos y otras partículas del exterior.
La disbiosis puede estar provocada por diferentes causas:
Hay ciertas prácticas que hacen que la disbiosis cada vez sea más común:
Tener la microbiota alterada puede generar cientos de patologías. A día de hoy, se están haciendo cientos de estudios que lo relaciones sobre todo con la debilidad del sistema inmune.
Esto, no se refiere solo a la posibilidad de contraer mayor enfermedades contagiosas, sino a desarrollar muchas de ellas, como pueden ser las autoinmunes o degenerativas.
Además, tiene que ver con el estado de nuestras hormonas y su función en todo el organismo, la obesidad, diferentes tipos de cáncer, alergias, síndrome metabólico, enfermedades del sistema digestivo, etc.
Cuando comemos, no lo hacemos solo por nuestras propias necesidades, también lo hacemos para alimentar a nuestras bacterias. Dependiendo las condiciones que demos en los diferentes lugares donde ellas proliferan, habrá un crecimiento mayor de un tipo u otro.
Dicho esto, debemos revisar nuestra alimentación y nuestro estilo de vida para poder recuperarnos de una disbiosis. Entre las prácticas que podemos incluir en nuestros hábitos estará consumir gran cantidad de alimentos vegetales ricos en fibra natural como verduras, hortalizas, cereales integrales y legumbres.
Consumir alimentos ecológicos libres de pesticidas, químicos y de cercanía. Estos están impregnados con las bacterias que se adaptan a tus necesidades. Consumir alimentos fermentados de diferentes variedades y en diferentes momentos de la fermentación.
Hacer ejercicio a diario. Beber de diferentes fuentes o manantiales. Bañarse en diferentes aguas. Andar descalzos sobre la hierba.
Hacerse baños de barro. Tener plantas en casa. Estar en contacto continuo con la naturaleza. Evitar el uso de desodorantes, aceites, cremas y demás, que alteren la buena salud de la piel.
Evitar el estrés, el café, el tabaco, el alcohol, alimentos de origen animal, abusar de la medicación, etc.
Tu organismo tiene todo lo que necesita para estar en equilibrio.
Los alimentos fermentados son ricos en probióticos (bacterias digestivas vivas) y en los últimos 20 años la ciencia ha demostrado que gozar de una buena microbiota ayuda a recuperar la salud de forma natural.
Nerea Zorokian Garin