Parte de la familia de vegetales de girasoles, la alcachofa es en realidad un cardo perenne. Cultivadas originalmente en la región mediterránea, las alcachofas se volvieron escasas después de la caída del Imperio Romano. Tuvieron su regreso en Italia en los años 1500 y después aparecieron en América después de su introducción por los jardineros franceses y españoles.
Las alcachofas proveen un 28 por ciento de la dosis recomendada diaria de fibra, la cual es importante para mantenerse “regular”, al ayudar en la digestión. La fibra también puede ayudar a reducir el azúcar en la sangre y los niveles de presión sanguínea, prevenir inflamación y proteger la salud del corazón, y reducir sus niveles de lipoproteína o “mal” colesterol. La cinarina en las alcachofas (observa el nombre botánico) aumenta la producción de bilis en su hígado, lo cual a su vez se deshace del colesterol de su cuerpo.
Otro beneficio de las alcachofas es el 25 por ciento del requerimiento diario de vitamina C, también conocido como ácido ascórbico, que provee de acción antioxidante para proteger a las células del daño de los radicales libres (como la contaminación del aire), que son formados mientras nuestros cuerpos convierten el alimento en energía. La vitamina C también proporciona colágeno para ayudar que las heridas se sanen rápidamente y protege al cuerpo de la enfermedad al ayudarle a absorber hierro.
Adicionalmente, las alcachofas contienen un 24 por ciento del DV de vitamina K (otro antioxidante) y folato (22 por ciento, para hacer y mantener a las células de ARN y ADN, y para ayudar a prevenir la anemia). Los minerales también son abundantes, sirviendo buenas cantidades de magnesio, manganeso, cobre, potasio y fósforo.
Se descubrió que los extractos de las partes comestibles de la alcachofa tuvieron efectos negativos en células de cáncer de mama en pruebas clínicas realizadas en el 2011. Se demostró que el movimiento e invasión de células cancerígenas fue “inhibido extraordinariamente”, indicando las capacidades de las alcachofas en la lucha contra el cáncer. Otras pruebas mostraron que las alcachofas no solo exhibían un potencial antioxidante importante, sino que también alentaron la actividad de células cancerígenas de hígado.
Se descubrió que un flavonoide en la alcachofa llamado silimarina es un quimiopreventivo para el cáncer de piel o un agente anti-carcinógeno en un estudio del hospital universitario en Cleveland. Tanto la alcachofa como el té verde fueron considerados por el estudio como agentes naturales con la capacidad de bajar y hasta prevenir los cánceres de piel en las personas.
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